La munificencia del Amor

IMG_4092Ciudad de México a los catorce días del mes de febrero del 2019.

 

Hoy es ese recordatorio de que el Amor existe como biología, como poema, como el más puro anhelo o el más grande dolor, para mí es la utopía … y me encanta hablar de él.

El señor amor, está al servicio de la vida, eso sí lo sé … es el maestro de todos, pues entre el «ensayo-error» se va descubriendo el más sublime de nuestros sentimientos, como las más «oscuras» pasiones de reproducción o  reconstrucción, sin embargo todo ese sabor que se comparte, desde el más dulce hasta el más salado pasando por el amargo, da el puntual recordatorio de la vida y la muerte como los grandes amantes del existir. Uno sin el otro, trae un sin sabor … pero, ¿dónde la vida y la muerte se besan, dónde se encuentran?, me pregunto.

En el orgasmo, me respondo; la sexualidad es más fuerte que el amor, aprendí, y desde este lugar, en los tiempos presentes, se ha desvirtuado el concepto… la satisfacción inmediata se ha vuelto el recurso de resucitación para almas en pena… ¡Vaya!, tomo un respiro … recuerdo la tristeza de recoger mi alma de la ropa interior tirada en el piso.

El amor nos exige hoy, no solo la experiencia sino la vivencia que tiene sustancia, que tiene ese respiro de complitud… que invita al cuerpo a cantar y saber que ha llegado a un lugar seguro, respetado y protegido.

Así, me encontré a mí misma, siendo mi mejor amante … ¡qué bondad del destino! ¡qué regalo del dolor! «Prometo serme fiel, en lo próspero y en lo adverso …»

… entonces, miro a mis Mujeres, a las grandes, a las primeras y miro al cielo; oro de la siguiente forma:

«Alma grande, desde la mujer que soy hoy, BENDICE al hombre que ES para mí y danos la claridad de reconocernos al mirarnos»…

El ser mi mejor amante, me obliga a ser creativa para no tomarme tan en serio y aún así volver a empezar … obligado es discernir lo adecuado para mí. Es un ARTE.

… «amarme y respetarme hasta el final de mis días»…

Si usted lee esto … ¡ámese! da una claridad brutal.

 

 

 

¿Qué es ser Mamá?

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Ciudad de México, Octubre 01 del 2018.

JP dice: Mi mamá es la menos mamá del mundo.

La primera vez que miré a la muerte de frente fue un 23 de enero de 1993, mi presión arterial era muy alta, estaba hinchada como un sapo que hace todo el intento por crecer y dar vida a pesar de mi vida -ahora recuerdo la medicina del sapo Alvarius-. Los dos hacíamos el intento de salir ilesos.

Mi bebé un poco raspado y yo drogada de un medicamento que me obligaba a confiar en los procesos naturales … entre esa nebulosa en mi mente, escuché al Doctor decir: Chaparrita, el bebé esta bien, nos costó mucho trabajo sacarlo… tiene la piel raspada, pero está muy bien… entonces, pude respirar y entrar en el buen sueño que da la supervivencia.

Hoy, a 25 años y un poco más de este episodio, ese bebé se muda a la vida adulta, en éstos días lo he visto comprar sus cosas como «señora» diría él, no he intervenido en absolutamente nada pero lo viene haciendo espectacularmente.

Aprendió bien, grita como histérico por todo lo que tiene que acomodar y resolver, se parece tanto a mí…

… ¿Qué es ser una mamá? … además, ser la menos mamá del mundo, me pregunto …

Ser «mamá» es una parte de mí, me llevó unos años entender esto … aún para algunas mujeres en el mundo latino, cuando te conviertes en madre, desapareces como mujer. Al marido le hueles a leche materna -algunos suelen consolarse en otro culo, mientras tu eres madre-, necesitas kilos para sostener a los hijos saludables y no sentirte culpable por la temperatura que les da de vez en vez, además de ocuparte de sus útiles escolares forrados y tareas realizadas, bien alimentados, educados y pobre de ti, si no eras amorosa y considerada o bien, si no servías la mesa con una sonrisa después de ir al mundo laboral para colaborar en sostener al hogar junto con el esposo. Ahora me surge bendecir a la gente que me permitió y permite sobrevivir a tanto en ese tiempo, Berthita antes y Elvi ahora, en verdad me hubieran reventado las venas de tanto «deber ser».

Hoy me gusta ser la menos mamá del mundo, pues retomarme a la madurez, sabiendo que mis hijos sonríen al volar de casa, me permite besarme en la boca y sentir que los AMO para siempre en el presente, lo hacemos muy bien todos hoy, parados en la firme línea de vida y sin perder ningún detalle en el camino feliz pues también les enseño a cantar sus destinos.

Lola y el Tiempo.

El reloj hace su función, las manecillas tienen su acuerdo, el segundero parece que tiene una prisa por existir, por recordar una consciencia de finitud para todos los que habitamos éste mundo lleno de tanto… así el segundero persigue al minuto y el minuto pretende detenerse para cumplir la perpetuidad de un instante de gloria pero la hora le marca un final; así la hora persigue a los días y ellos inquietan la respiración pues se convierten en años y la prisa del segundero empieza a envejecer hasta que se regresa al origen, se regresa a la nada o eso creo yo.

Hace algunas años conocí a un hombre «Quijotesco», de la tierra de los conquistadores o eso dice la historia, Don O.S. con el misterio que le caracteriza y esas conversaciones de la pinche Malinche que llevo dentro, hace poco tiempo me escribió: «Tienes miedo a hacerte mayor».

Así que con la solemnidad que merece el miedo, me senté con Lola, ésta peluda oriental con sus 13 años de vivir juntas. Nos miramos una a la otra, respetando el sagrado espacio nipón del silencio… observé con amor su cabeza que pasó de ser dorada a blanca, casi no escucha pues para alimentarla, todas tenemos que hacer el suficiente ruido entre platos para invitarla a su consumir su alimento, se levanta con sus patas que tardan en entender que es hora de mover su cuerpo anciano, a veces ya se orina dormida. Nos volvemos a mirar cada día … entonces juntamos nuestros segunderos, minuteros, horas, días y años juntas, Lola siempre ha sido respetuosa, atenta y quisquillosa hacia el extraño.  Vuelvo a respirar y regreso a mis treinta y nueve años, cuando ella llegó a mi vida, nos hacemos «mayores» las dos.

En una revisión de medio siglo y un poco más, respiro y dejo que el aire con cada entrada y salida de mi cuerpo me llene de memorias. Bondadosa es la vida pues en un punto donde la inhalación y exhalación  se encuentran para danzar, una quiere entrar y la otra quiere salir, me llené de risa y la risa se convirtió en carcajada, Lola sacudió sus orejas con el entendimiento que da el amor… reí y reí…

¡¿Qué putas madres puedo extrañar de mi tiempo de joven?!, ni por todos los vientres planos cambiaría lo vivido, ya pasé a ser la superviviente de un embarazo no deseado y lleno de nicotina, la represión de la infancia, la inadecuación de la adolescencia, la treintena y las bofetadas que da la deslealtad entre humanos, además de recibir el beso de la muerte cuando se llevó a mi padre, la rebelión que dan los cuarenta y el disfrute de las hormonas vivas… todo esto pasó sin poder llenarme de eso que estaba para mí y no disfrutaba porque estuve atenta a la aceptación de lo(s) otro(s), solo por obtener un miserable «sí está bien ser/estar como eres».

Hoy en la década de los cincuenta, me vale un cabrón carajo, si afuera le ajusto y le gusto al mundo, de tanto ir al suelo para levantarme, me presenté a mí misma… Lola me mira, mientras le doy voz a mi Luciferiana alma, observo su pelito blanco y observo mis incipientes canas, entonces, entre la llamas del infierno, vimos la luz del reloj.

Puedo decir lo que siento pues no miento, la equivocación se ha vuelto mi amante pero me pruebo y apruebo, el infierno me enseñó a amar amplio pues el ángel caído siempre se funde de amor… ejerzo el riesgo de ser líder de mi única vida y mi rezo es terminar mis días sin maullar como la gata Grizabella por un trozo de esperanza; prefiero brincar los tejados y ronronear mi verdad, quizá me rompa un hueso o me infarte a los pies de la luna pero ¡he muerto tantas veces! … aún estoy aquí y mi voz con tierra sigue riendo libre …

Lola y yo nos levantamos, las piernas duelen un poco pero se mueven aún, bailan por un tiempo al ritmo de mi risa y la paciencia de ella.🌹🍃

Elka y la paz.

Elka llega a éste mundo un 16 de octubre del año 2009, la familia tenía la turbulencia que genera los cambios, la pérdida se olía en cada rincón de mi hogar. Desde el mes de diciembre del año anterior, el amor me había abandonado en ese hoyo negro donde pasé algunas noches oscuras del alma; la lucha entre el debe ser y el querer ser. Aquella absurda ilusión que genera la inquietud del movimiento a la nada.

Transcurría el mes de julio de ese 2009, mi madre en su conversación con la muerte por siete meses y mi viaje por ese hoyo negro intentando encontrar un pequeño rayo de luz.

Mi matrimonio agonizaba, el centro de terapia que abrí con toda ilusión se llenaba de mi ausencia, en ese tiempo intentaba asistir a mis clientes mientras el camino se hacía eterno.

Ese último diciembre con mi madre, Alonso había pedido una perra como regalo navideño, así que nos dimos a la tarea de cumplir el sueño de mi hijo, la tristeza se había vuelto una fiel compañera, así que era un regalo para todos. En diciembre de ese 2009 llegamos a casa de Laura, llena de enormes perros que nos recibían con el amor que da la inocencia, nos dio a esa bola de pelos y el nombre de Elka que significa promesa de Dios, así que la tomé en mis brazos siendo una cachorra de dos meses y un poco más, ella se convirtió en ese pequeño rayo de luz que me animaba a seguir con tanto dolor. Mi madre muere a principios de febrero del año siguiente y a finales de ese mes, cerré el centro; mi matrimonio se terminó en mayo, los cambios me revolcaban el alma y cada lágrima era acompañada por Elka, como la esperanza de mejores vientos.

Nueve años después lo sigue haciendo, hemos ido desarrollando una forma de meditar en compañía, cada día que regreso de mi labor en asistir a otros, Elka me asiste a mí…

Siempre que llego al hogar me sonríe, si llego bailando, baila conmigo… si llego cansada, acerca su cuerpo grande y permite que yo me recargue, me entrega su amor y reza conmigo, levanta sus ojos al cielo y llena su cuerpo de paz, mientras yo encuentro la mía.

Escribo ahora y está a mi lado, la amo tanto que deseo sea eterna. La paz de esta noche nos envuelva a todos.

Ciudad de México, Septiembre 10 del 2018.

Abuelo Raúl, el mar y la tierra.

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Agosto 31 de 1910, nacido en Veracruz, México. Hijo de Don Pascual Artigas Brambila y la señora Matilde Fernández García de la Lama.

Padre de mi padre, mi abuelo Raúl, el único de mis abuelos que conocí vivo y que conocí más por la historia narrada de mi madre. Era el quinto hijo de doce hermanos, antes de que él naciera, existió un primer Raúl, quien fallece pequeño, así que cuando abrió sus ojos a la vida, fue bautizado con el nombre de su hermano muerto.

No se sabe mucho de su infancia, sin embargo, un día el mar lo llamó y para ingresar a estudiar Ingeniería en la Heroica Escuela Naval Militar, usó el acta de nacimiento de ese primer Raúl.

Así éste hombre bajito se hizo grande en el mar, desembarcaba en los puertos, hasta que llegó a Acapulco y conoció a su Negra, se enamoró de aquella piel canela, tanto, que regresó entre las olas hasta quedarse con ella.

Amante de hacer ejercicio en los aros olímpicos, compacto y fuerte; regreso a mi memoria y las veces que acompañé a mi padre por el abuelo para llevarlo al tradicional hotel Aristos en la avenida Reforma de la Ciudad de México, un hombre con carácter, tan pequeño y tan fuerte en su andar; yo solo era una niña, escuchando sus pláticas de adultos… lo demás que recuerdo fue el llanto de mi padre y mis tíos, cuando el fallece a mis 13 años.

El tiempo lo borró de mi alma hasta que los Orishas lo trajeron a mi vida a través del mar de Cuba, era el año de 1986, yo con veinte años y una encomienda por cumplir de una amiga de ese tiempo, Ana. Ella nos pidió llevar arroz y víveres a un matrimonio formado por un cubano y una señora española, Nieves, ya que la carencia en Cuba en ese tiempo era enorme.

Recuerdo caminar por la calles de la Havana vieja, preguntando por una dirección hasta que dimos con el hogar de ésta pareja; toqué esa puerta con olor a mar y salitre, fuimos recibidas Vicky y yo por Nieves, quien nos invitó a pasar, entregué el arroz y a cambio recibí un exquisito café cubano en una taza pequeñita como mi abuelo, cuando vi aparecer a éste hombre cubano, era muy alto, negro de piel y sus ojos verdes como turquesas de mirada profunda y taciturno al andar. Nieves le dijo que veníamos de México, así que en gratitud nos invitó a consultar los caracoles con su esposo, en ese momento no tenía ni idea de lo que aquello significaba, aquel hombre cubano me invitó a pasar a una habitación, se sentó en el piso sobre una manta blanca bordada a mano con flores de colores vivos; en este mismo lugar había una silla pequeña donde me indicó me sentara, yo lo hice, empezó a orar y cantar en una lengua desconocida para mí, puso sobre la palma de mi mano unos caracoles de mar pidiéndome los agitara y los dejara caer sobre aquella manta blanca, se quedó en silencio y me dijo:

–Tu eres de piel canela, aquella que amaba tu abuelo paterno en tu abuela, él te ayudará en tus deudas y preocupaciones, no temas, él siempre está contigo.

Así sin entender mucho, Vicky y yo nos despedimos y salimos de ese lugar. Han pasado treinta y dos años desde aquel entonces y el tiempo del mar es perfecto para mí siempre.

Celebro los 108 años del natalicio de mi Abuelo Raúl como las 108 cuentas de un mala tibetano, me recuerda que es el año 2018 … soy su sexta nieta, la Negra que lo lleva en el corazón entre el mar y la tierra.

Mi encuentro con Secretus.

Eran las 16:54 horas de un viernes, aquella puerta de marco dorado era la entrada, mi cuerpo hormigueaba ante el siguiente encuentro, todo lucía oscuro en el fondo y apareció ese humo con su continua danza, era la invitación sin firma para entrar al lugar. En medio de ese oscuro, brillaba una mesa vestida con un fino mantel de organza y bordado en canutillo de oro; el espacio olía a resina y acre. Escuché a mi espalda una voz y con su mano de humo, me invitó a sentar:

–Mi nombre es Secretus – Secernere, tengo muchas formas de existir pero es justo en el Secernere -poner a parte- donde adquiero poder, nadie habla de mí pero todos saben que existo. Así que es bienvenida hoy.

Tomé asiento y lo miré de frente, mi respiración se llenó de él, no siento miedo, solo vacío… pues le reconozco sin haberlo visto nunca, mientras me envuelve con su voz de grave tono, dice con ironía:

— Ahora viene a mi memoria, lo que Arthur Schopenhauer en su filosofía, decía, “Jamás hay que revelar a un amigo lo que pueda servir a nuestro peor enemigo”, existo como bendición para algunos y como lastre para otros…

Secretus me miraba con su sonrisa de humo, mientras servía en mi taza dorada como grial, tizana de flor y fruto rojo, todo estaba finamente preparado. Frente a mí había una caja, aquella que hacía juego con semejante montaje; estiró sus finos dedos y la abrió ante mis ojos, sacó un cigarrillo y lo puso en mis labios.

–Sienta el humo, me dijo, pruebe mi sabor… aspire profundo, pues le acompañaré por un tiempo indefinido.

Era caliente, su sabor amargo, ahoga y marea, pero apenas logré tres inhalaciones de él y mi cuerpo sintió placer.

–Sí, esta es mi función, que se sienta el impacto a lo largo de dos siglos cuando menos, en las familias de ahora. En determinadas circunstancias, la realidad de la vida es tan difícil que algunos padres decidieron callar en el nombre del “bien”; en la primera generación es algo indecible, en la segunda, aparezco yo, Secretus y a partir de la tercera, me convierto en un “impensable”. Soy ese fantasma en una cripta o ataúd, que los descendientes guardan en su corazón.

Al escuchar aquello, beso al cigarrillo…

–Como Secretus, represento  a la vergüenza, a la adicción, a la culpa, también a la bancarrota y despojo, como a la violación y a la enfermedad.  Es complejo lidiar con la imagen que no tiene espacio o cabida en una sociedad determinada, pues la exclusión es un precio doloroso y la pertenencia una aparente gloria.

Necesito como Secretus, levantarme ahora y llamen a las cosas por su nombre, muchos crecen conmigo, me mastican, se quedan en duelos no hechos, en sentimientos de injusticia y podredumbre… pero si me nombran, entonces … la posibilidad de sanar tiene una oportunidad en el tiempo. No todo, por supuesto, ni con todos … pero este humo denso quizá se vuelva liviano para renacer.

Apago mi cigarrillo, miro al caballero Secretus, imperturbable, me levanto de tanto dorado en esa mesa … así, abrazo la culpa que da la inocencia y saldré.

-Marisa Artigas Díaz-🌹🍃

Imagen del Fotógrafo: Inge Prader – The Beethoven Frieze

Música: Games of Thrones.

Me observo en el pixel, soy lo más parecido a mí.

Cincuenta y dos años … hoy me nombro como quiero,

soy elementos,  soy poeta y soy amor,

soy la puta y la loca…que la santa escupió bastante,

soy sarcasmo e ironía,

soy la risa del infierno y el canto de algunos pájaros,

soy barro y soy agua,

soy suave y soy dura, pero jamás, una piedra,

soy la inocente y la culpable,

soy todas y ninguna,

soy de mí y es suficiente.

Esto en honor a todas MIS mujeres y las mujeres del mundo.

-Marisa Artigas Díaz- 🌹

La oruga tiene historia.

Marisa 4 días de nacida

Sí, soy yo… 4 días de nacida y había una vez…

Existía en el mundo del Gran Espíritu una alma intemperante, aquella que bailaba entre nubes claras de viento fresco como festejo de libertad, después de verse entre el humo negro de aquella hoguera del s.XII, pues todo parece indicar que su Neptuno era poderoso y de elite, conocía la conjunción entre la vida y la muerte como el ciclo sin fin.

El Gran Espíritu sabía que esa alma tenía el componente necesario para el aprendizaje siguiente, así que la llamó a su laboratorio sagrado, la asistió a subir a su mesa de mar y le dijo:

— Volverás a la Tierra, a través de un árbol y en un acto de amor en supervivencia, llegarás. Nadie te espera, pues todos duermen en un secreto, pero sean el Abuelo Fuego, la hoguera y la soga los elementos para tu entendimiento. Serás de cuerpo pequeño para que tu frente toque la tierra y no creas todo lo que piensas, sin embargo, la tierra te regala la voz negra, aquella que anuncia la alquimia del alma, aquella que recuerda modular al Neptuno.

– Los ojos de esa alma se abrieron de asombro.

— Conservarás este asombro y será negro, sin embargo es en tus ojos donde reconocerás el destino en ti y en lo otro. Pasarán lunas y soles de confusión, harás la guerra en el cielo como en la tierra, serás hija de Marte, hasta que un día me sentirás en la herida y confiarás en la muerte hasta amarte, para ello la luna de mar, la luna de piscis te asistirá y a través de una Piscis nacerás, tu útero de llegada se llama Olga.

No olvides la soga y el humo, te recuerda el Abuelo Fuego, pues será la raíz de tu árbol para crecer frutos en ti.

Aunque el líquido amniótico escurra en la raíz, el agua te sanará e inspirará.

Te hablaré a través de tu asombro mientras miras al cielo, pues serás hija del Sol de Marte, Luna de Mar y te llamarás Marisa.